Recuerdo una noche entre semana, hace años, en que Tarantino vino a Sitges. Yo entonces trabajaba en una pequeña oficina con cuatro chicas más. Con dos de ellas compartíamos poco más que la afición por el cine, pero en cuanto supimos que Quentin esa noche estaría tan solo a pocos kilómetros de casa, sin pensarlo, nos fuimos todos a verle. Lo pasamos genial.
Ayer por casualidad, vi que pasaban Kill Bill vol.I (la parte de las dos que me gusta más), y me quedé a ver el final. Es una película típicamente tarantiniana: sanguinaria, pero con una música y unas escenas increíbles.
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